Un logotipo, una marca gráfica, es más que una palabra con una tipografía concreta y una forma significativa, es un color.
Tipografía, forma y color construyen una marca gráfica; de la primera hablamos la semana pasada, la segunda la veremos, hoy vamos a hablar del color.
Aunque el color es alegría, son opciones y gustos, su elección es tan compleja como la del tipo de letra que se empleará para construir una marca o la forma que tendrá el símbolo. En contra de lo que pueda parecer no es sencillo, eso sí, hay algunas pautas que ayudan a reducir el espectro cromático posible:
- Colores más habituales en el sector: si se analiza un sector en concreto se observa la predominancia de uno o dos colores en diferentes tonos. Parece que la pertenencia a una actividad concreta denota el color que debe emplear. El hecho de querer desmarcarse o mantenerse en el grupo va a restringir la paleta cromática.
- Facilidad de reproducción: en el aspecto offline o físico determinadas tintas dan problemas aún con las excelentes máquinas que hay hoy en día, por ejemplo, los amarillos son difíciles de igualar en una mancha de una única pieza a una tirada larga; los negros pueden terminar siendo grises. La imprenta o productor de la pieza en cuestión debe aplicarse para sacar lo mejor en cada reproducción.
- Contraste: generalmente el contraste facilita la interpretación, duetos como blanco y negro, rojo y negro, amarillo y verde, rosa y marrón… pueden funcionar impresos pero online el tema cambia. El contraste excesivo en pantalla es molesto para la vista, se debe de suavizar. En el caso de emplear un dúo de esos delicados como negro amarillo, el uso de ambos se transforma en un arte para que estén presentes, se mantenga la corporatividad y coherencia con pequeñas pinceladas de color que no resulten agresivos visualmente.
Uno de los sueños de casi cualquier empresa es que su marca sea reconocida por un símbolo sin la presencia del nombre. Desde el punto de vista del branding es un éxito de gestión. Quizás haya algo que iguale ese sueño y es conseguir asociar un color a una marca de manera que la sola visión de ese tono recuerde a nuestra marca. La coherencia y la corporatividad son claves para alcanzar este objetivo, un plan de implantación de la misma que emplee cada elemento identitario de la marca, en este caso el color, en cada punto de contacto con el público.
La suma de contactos e impactos generan la asociación e identificación. Como tenemos tendencia a huir de mensajes obvios y directos hemos de buscar otros métodos en busca de la diferenciación. Por tanto el correcto uso del color contribuye a la identificación de la marca. Estamos hablando de un color pero desde luego no hay que ceñirlo a un solo color, se puede crear una paleta cromática propia y distintiva, dos ó tres colores cuya combinación hagan única a la empresa. Las paletas son muy útiles luego en comunicación para distinguir posibles secciones, familias de productos, o servicios que tenga la empresa.
Colores con significado, significado de los colores
La psicología de los colores es archiconocida. Cada color genera en nosotros una sensación o sentimiento, los hay generales como blanco luz y pureza, rojo pasión, negro luto y elegancia a la vez… luego están los sentimientos particulares de cada uno según sus propias vivencias.
Ambas influyen a la hora de determinar el color de una marca: las convenciones populares porque sabemos cómo afectan a las personas los colores y qué despiertan en ellas; las particulares de cada uno porque las vivencias de las personas de la empresa y su bagaje particular puede influir de manera que haya tonos prohibidos u de uso obligatorio.
Generalmente la elección de color de una marca está basada en unos criterios objetivos y técnicos que poco tienen que ver con los gustos personales de nadie.
El refrán «para gustos colores» en la construcción de un logotipo no es aplicable. Analizamos cada caso y su entorno para determinar cuál o cuáles son los colores más útiles para identificar a la empresa y para su comunicación.